Esta es seguramente la pieza más ambiciosa de las cuatro partituras de este capítulo. Con un diseño en la mano que acompaña que parece contradecir la rítmica de los pasajes cromáticos de la mano derecha y un pedal muy particular que nos regala en momentos precisos la mezcla de los sonidos cromáticos, tenim en conjunto una sonoridad que dificilmente nos dejará indiferentes. En los últimos compases oimos a una mano izquierda contundente que desciende cromáticamente por espacio de dos octavas completas.

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